miércoles, 16 de julio de 2014

Tú, última.

Brilla el universo. Pienso en tu último verso. Te miro y pienso en "JODER, ¿CÓMO ACABARÁ ESTO?". Llevaba años sin dormir y sin querer curaste mi insomnio. No es demasiado sabio el diablo, ni sé dónde me conducirán mis pasos en el próximo Otoño. Ya no hay frío ni frutos bajo el madroño. No sé si bailar o caminar sobre tu alambre. No sé si me contagias o me das calambre. No sé si pincharme y contagiarme de tu risa, que divisa en tus orillas el lugar apropiado para colocar la sombrilla. No sé a qué sabe este café ni a que riman este dolor de huesos. Se acerca el verano y me consumo como el último del primer cigarro que te vi rematar en el vacío.

Tu voz. Tu voz. Tu voz. Tu voz que me habla de ti sin decirme nada. Tu voz que me ruge como si fuera una loba que hace tiempo dejó de ser parte de la manada. Tu voz que me ata al yugo de tus pies desnudos. Tu voz de porcelana que me corta si me asomo a tus labios agrietados. Tu voz marchitada con olor a geranio. Tu voz eléctrica que me sabe a wolframio. Tu voz. Tu voz. tu voz.

Cántame, dulce armonía. Déjame prenderme de esa fascinación que se dibujaba entre tus piernas. Déjame envolverte como una superlativa aliteración. Déjame escalar cada recoveco de tus pestañeos. Déjame disfrutar del calor que desprenden tus brazos cuando se enredan entre los míos. Déjame dibujar un mapa de los placeres de tu cuerpo. Déjame dormir en tu ombligo. Déjame morar entre tus senos de terciopelo. Déjame estremecer por tus ojos morenos. Déjame naufragar en el cielo de tu boca. Déjame beberme tus mentiras. Déjame comerme las uvas de tu ira. Déjame. Déjame. Déjame. Pero vuelve. Vuelve que sin ti me ahogo, que se me ata el alma al suelo y no puedo levantar los parpados por tu ausencia.

Dime, niña, ¿cómo acaba esto? ¿Cuál será el último verso del poema de tu cuerpo? Dime, ¿con qué rima este silencio? Dime, ¿cuál será la última nota de nuestra melodía?

Dímelo.

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